Opinión

El intento de aumento de las dietas de los senadores demuestra la falta de ética y empatía del Parlamento

En condiciones normales, el Poder Legislativo en el Estado contemporáneo es el poder principal que oficia como garante de la democracia.

cuellar senado
cuellar senado

Alejandro Cuellar por Alejandro Cuellar | 26-08-2024 06:00

El intento de los senadores de incrementar sus dietas a niveles “pestilentes” para la sociedad que habita en este país quebrado se conoció el lunes 19 de agosto, provocando la reacción del presidente Javier Milei, quien en su cuenta de X dijo que expresaba “mi máximo repudio al vergonzoso aumento de sueldos, que acaba de ocurrir en la Cámara de Senadores”.

Recordemos que la modalidad consistía en replicar el aumento obtenido por los empleados otorgado por la administración nacional para julio y agosto de 3,5% y 3% respectivamente. Sobre estos conceptos, los senadores iban a cobrar el mes próximo $8,3 millones, en un país en donde un millón de chicos no cenan, entre otras miserias. 

Pero tras el efecto “bochornoso” de la noticia, los senadores frenaron oficialmente el nuevo incremento de sus dietas. El episodio fue en el marco de una votación sobre el final de la sesión de este último jueves. La iniciativa fue solicitada por Victoria Villarruel, quien había sido calificada por el entorno presidencial como la responsable de no haber parado el “delirio” de los senadores.

En la misma asamblea, no avanzó un proyecto impulsado desde Unión por la Patria que sumaba no solo las dietas de los senadores nacionales, sino los haberes de las autoridades superiores de los tres poderes del Estado. Sin embargo, se aprobó el emplazamiento para tratarlo en comisiones con el aval de todas las bancadas presentes en la jornada.

Independientemente de todos los avatares, de los comentarios, de las chicanas y de las internas en torno al polémico tema, lo importante es intentar buscar un análisis más de fondo sobre la controvertida situación.

En condiciones normales, el Poder Legislativo en el Estado contemporáneo es el poder principal que oficia como garante de la democracia. Es sin duda la institución más importante del Estado moderno. En una democracia representativa, el rol de los legisladores es fundamental. El Poder Legislativo más que un órgano político, es un órgano social, que forma parte de la sociedad.

Lamentablemente la severa crisis institucional que sufre Argentina ha devaluado gravemente el rol del parlamento, atravesado por el problema ético y moral que padece la dirigencia del país

El intento de subir las dietas no es más que una demostración de la falta de empatía con la sociedad que es la que hace posible que los legisladores ocupen sus bancas. Esta conducta inmoral e irresponsable de los senadores le quita solidez a la democracia porque no garantiza la estabilidad política ni la confianza que esperan los ciudadanos.

La intención del aumento de dietas en el Senado tuvo en esta oportunidad un final poco feliz. Pero el hecho en sí dejó al descubierto el vacío moral de un grupo de señores que no termina de sintonizar con los problemas de la gente. Este cuerpo legislativo, salvando algunas excepciones, carece de la denominada ética minimalista que es aquella encargada de preservar la honestidad de cada legislador. 

El intento de aquel lunes “negro” dejó en evidencia que la actuación de los parlamentarios carece de toda probidad pública, lo que significa: moralidad, ética y una recta actitud en sus actuaciones.

El Poder Legislativo se ha convertido en el centro de los cuestionamientos de los ciudadanos que transitan en medio de las turbulencias de un ajuste feroz de características “inéditas”, según admite el propio oficialismo.

La confianza de la sociedad en sus representantes y en el funcionamiento institucional es clave para para vivir en una democracia sólida y creíble. Para ello, es necesario pensar en el diseño de un consenso ético, para recuperar la confianza perdida de la “calle” con sus representantes.

La ética y los valores deben regresar al Estado y a la sociedad. Los legisladores provienen de esa sociedad y prestan servicios desde el Estado. 

El parlamento no es una “guarida” para oportunistas. Es un sistema de convicciones, valores y principios.

Temas relacionados Alejandro Cuellar Opinión Política