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La intención de profundizar el ajuste enfrenta cuestionamientos internos y externos, al tiempo que crece el malestar social

Opinión de Alejandro Cuellar

Columna de opinión de Alejandro Cuellar
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Alejandro Cuellar por Alejandro Cuellar | 23-09-2024 06:00

El presidente Javier Milei se jacta de que su Gobierno controla exitosamente el desbarajuste del gasto público que lleva décadas, advirtiendo a la sociedad que el déficit cero es innegociable. 

A propósito, cabe preguntarse lo siguiente: ¿el déficit cero solo es posible mediante procesos recesivos o existen caminos alternativos para evitar para lograr superávit sin parar los ciclos económicos?

El Fondo Monetario Internacional, planteó los riesgos del programa déficit cero que promueve el presidente, advirtiendo la posibilidad de un desgaste social causado por la magnitud del ajuste y los efectos de la recesión que podrían terminar complicando la etapa del plan de estabilización.

El superávit financiero, se refiere al excedente primario más lo que se pague en intereses de deuda. El superávit primario, se genera cuando los ingresos del sector público son mayores que los gastos. Estas variables, son seguidas celosamente por el mercado financiero, ya que reflejan la capacidad de un país para honrar sus compromisos financieros.

Perseguido por la sombra “gradualista” del macrismo, Javier Milei, eligió el efecto shock, recortando subsidios para actividades esenciales como el transporte público de pasajeros, obra pública, energía, Fondo de Incentivo Docente o vetando la reforma jubilatoria y el presupuesto universitario todas medidas que persiguen un solo objetivo: déficit cero.

Como consecuencia de la obsesión presidencial, el país ha entrado en una suerte de efecto “nevera”, conservando en frío actividades indispensables para la vida de las personas.

En este contexto, la prioridad del gasto cambió y el ejemplo más claro, quedo reflejado en las últimas declaraciones del Papa Francisco en un encuentro en Roma con movimientos populares, ocasión en la que expresó que “en vez de pagar justicia social, pagaron el gas pimienta” haciendo referencia a la represión a jubilados en la marcha contra el veto a la reforma jubilatoria.

Lo concreto es que los niveles de malestar en la sociedad crecen junto con el rechazo al “gradualismo light” de Mauricio Macri y con el efecto “shock torpe” que implementa,  Javier Milei. Desde una mirada con sentido común lo que la sociedad reclama en todo caso es un efecto “Shock criterioso”, conservando los equilibrios necesarios para que el país siga funcionando a un ritmo medianamente normal.

El equipo del presidente, logró también el superávit como consecuencia de la caída de los salarios, jubilaciones, planes sociales y de los fondos que no fueron girados al interior del país. Sin embargo, el gobierno entiende que el alcance del ajuste es insuficiente y ahora sugiere a las provincias, un recorte cercano a los 20 mil millones de dólares.

Los gobernadores admiten que el superávit es necesario pero consideran, que ellos ya hicieron el esfuerzo.

¿El mundo es tal como lo ve el presidente?

Si indagamos sobre la evolución fiscal de otros países encontramos resultados realmente desconcertantes. En 2020, según el FMI, solo cuatro países tuvieron superávit fiscal. Menos del 1% de los países del mundo.

Según un informe de la consultora Countryeconomy.com el déficit de Estados Unidos en 2021, fue del 11,62%, y el de Israel un 10,76%, siempre en relación a su PBI. En 2022, Italia tenía un saldo negativo del 8% y en ese mismo período el Reino Unido registraba un déficit del 6,26%.

En general, los superávits duran poco ya que menos del 5% de los países tiene superávit hace 10 años.

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